En los pliegues del tiempo, observar la primera luz

Benedetta CappelliniSenza categoria @es

Marco Bersanelli:

Buenos días a todos, y bienvenidos a este encuentro: “En los pliegues del tiempo, observar la primera luz”.
“De algún extraño modo, cualquier hecho que descubra o cualquier percepción nueva que tenga, no me parece nunca un nuevo descubrimiento, sino algo que ya existía desde siempre y con la que yo tuve sólo la suerte de toparme”. Así se expresó el astrofísico indio Chandrasekhar, Premio Nobel de física del 1983.
La verdad no es un producto de nuestro pensamiento, ni siquiera del pensamiento más inteligente, sino que es algo distinto de nosotros, es siempre algo con lo que te topas. Este toparse con la verdad, creo que es un elemento fundamental en todo tipo de conocimiento, en todo aspecto de nuestra relación con la realidad. Ciertamente esto es el modo normal en el que acontece el conocimiento científico que procede de descubrimiento en descubrimiento, introduciéndose siempre en distintas profundidades del mundo físico que nos rodea, abriéndonos a nuevos horizontes sobre el universo y haciendo nacer siempre nuevas preguntas.
El encuentro de hoy pone en el centro precisamente la narración de un gran descubrimiento, el que ha sido recibido como el mayor descubrimiento del siglo, sino es el más importante de todos los tiempos: la primera imagen de la luz fósil, que nos muestra el universo en sus primeros momentos de existencia, hace catorce mil millones  de años.
Para contarnos esta historia tenemos aquí al principal protagonista, que por ella ha recibido este año el Premio Nobel de física de este año, George Smoot.
George Smoot ha desarrollado su carrera universitaria en el MIT, donde se doctoró en 1970 en física, son años en los que su investigación se centraba en el estudio de las partículas elementales, las partículas subatómicas. Después pasó al estudio de la cosmología, y por tanto del universo en su conjunto: en aquellos años no muchos científicos se dedicaban a la cosmología, que además no era muy tomada en serio. Este paso del estudio del mundo microscópico al macroscópico para él fue algo natural, como cuenta en su libro Wrinkles in Time: “Estas dos disciplinas, el estudio de lo infinitamente pequeño y de lo infinitamente grande, expresaban ambas mi necesidad de buscar algo fundamental en la naturaleza”. Desde 1970 trabaja en el Lawrence Berkeley Laboratory y es profesor de física en la Universidad de California, en Berkeley. Durante otros 35 años, se ha dedicado con genialidad y perseverancia al estudio de esta luz fósil, el fondo cósmico de microondas, de la que hoy nos hablará. Ha proyectado y conducido diversos experimentos en tierra, en globos, en aviones y después en el espacio.
En 1977 hizo un descubrimiento muy importante relativo al dipolo del fondo cósmico y después, entre 1980 y 1992, ha dirigido una colaboración italoamericana que se ha ocupado de estudiar otras características del fondo cósmico con expediciones al White Montain en California y al Polo Sur en la Antártida.
Desde mediados de los años 70 ha trabajado en paralelo en una propuesta de la Nasa para una misión espacial en la que se realiza una satélite con el que hacer medidas cada vez más precisas de esta luz fósil. Después de más de 15 años desde el inicio de su idea, se envió el satélite COBE (Cosmic Background Explorer).
El 23 de abril de 1992, en una reunión de la American Physics Society en Washington, George dio al mundo la noticia de este gran descubrimiento, del que hoy nos hablará. Desde entonces han pasado otros 15 años y estos años no han hecho sino clarificar la importancia de aquel descubrimiento, porque de él han nacido muchas nuevas preguntas y muchos nuevos experimentos de los que, el más ambicioso, es la misión espacial Planck de la Agencia Espacial Europea, cuyo lanzamiento está previsto para el 2008 y en la que George está también implicado.
Es autor de más de 200 artículos científicos y del libro Wrinkles in Time, traducido también al italiano con el título de Nelle Pieghe del Tempo, Ed. Mondadori.
Es para mí un verdadero placer, único, particular, presentaros a los amigos del Meeting a George, porque he tenido la fortuna de colaborar ininterrumpidamente con él durante muchos años, desde las medidas que hicimos juntos en la Antártida hasta hoy en la misión Planck. George ha sido y es para mí un maestro, primero por la profundidad de su visión científica, por el entusiasmo en la investigación que es sensibilidad para la verdad –un entusiasmo que ha sabido alimentar también en mí- y también porque ha sabido arriesgar conmigo, como con tantos otros que han trabajado con él, y de esto le estoy infinitamente agradecido.
Le hemos pedido a George que nos cuente la aventura de este descubrimiento, de qué se trata, cómo ha sucedido, y los nuevos caminos que ha abierto a nuestra visión del universo.George Smoot:
Mi intervención se refiere a los descubrimientos en los pliegues del tiempo utilizando la primerísima luz, la primera luz aparecida en el universo. A lo largo de mi charla espero dar algunos ejemplos para entender cómo podemos aproximarnos a comprender la verdad en el proceso del descubrimiento, de modo que la naturaleza se nos revele, basta que nosotros la observemos con suficiente atención. A veces se descubren cosas muy interesantes si se sabe dónde mirar bien. Vemos pliegues en la arena que podemos entender de dónde vienen, basta estudiarlas. Queremos hacer lo mismo que con las primeras fases del universo. Algunas definiciones: la cosmología es el estudio del universo, su estructura, y la cosmetología es el estudio de su maquillaje, es la esencia de la belleza y de la razón, y por tanto sus pliegues en el curso del tiempo, las  arrugas.
Esta es una imagen del campo ultraprofundo, tomada por el telescopio Hubble, imagen en la que identificamos algunas pocas estrellas pero el resto son todas galaxias. Vemos que algunas de ellas se semejan a la nuestra, pero hay muchísimas más. Cuando era niño teníamos algunas fotos de pocas galaxias individuales, y debíamos imaginarnos el conjunto. Hoy podemos observar fotografías que ilustran todas las diferentes galaxias, esta imagen muestra una región que como porcentaje es infinitesimalmente pequeño del cielo, y que aún así contiene miles de galaxias. Ahí donde se ve una estrella hay detrás de ella muchas más galaxias. Y se sabe que en la nuestra galaxia al menos hay cien mil millones  de estrellas. En el universo visible, se sabe que hay al menos cien mil millones de galaxias. Así que la primera pregunta que nos puede venir a la mente es: ¿por qué hay tantas galaxias en el universo?
Si retrocedemos un poco en el tiempo, en 1915 Einstein publicó la teoría de la relatividad. De ella hemos podido apreciar la idea de que el espacio se expande, y el punto fundamental era que el espacio-tiempo puede ser curvado. Introducida esta idea de la curvatura, se puede introducir una escala física, considerad por ejemplo una esfera, que es una estructura dotada de un  radio y un diámetro. Resolviendo las ecuaciones de Einstein, como hicieron tres personas al principio, se descubre que el universo en realidad se contrae o se expande. Esta idea no le gustó a Einstein, porque en la época pensaban que el universo era estático: el cielo contenía algunos objetos como planetas y estrellas fijas, así como galaxias fijas. Einstein les dijo a sus colegas que los cálculos eran correctos pero la elaboración física era equivocada. Así que la idea del espacio que se expande en la teoría de la relatividad, se visualiza como un globo esférico que se infla: con el pasar del tiempo su radio aumenta, lo que significa que la escala, la dimensión del universo, también aumenta. Ello se apreciará en su dimensión y también en la posición de las galaxias. Se ve que la posición relativa de estas no cambia, pero el espacio que las separa aumenta. Aunque esta idea no le gustó a Einstein, más adelante el astrónomo Hubble, en 1920, descubrió que el universo se expandía.
Se trata entonces de entender qué ocurre. George Gamov, un ruso en EEUU, trató de estudiar con un estudiante, Ralf Alpher,  cómo se comportan los elementos del universo, y convenció también a su amigo Hans Bethe a trabajar con ellos y publicar un trabajo (Alfa-Beta-Gamma), donde se decía que el universo estaba constituido por 75% de hidrógeno, un 24-25% de helio, y un pequeño porcentaje de elementos ligeros. Otros astrónomos descubrieron después que los elementos pesados (carbono, ozono, oxígeno…) fueron producidos por estrellas de ultima generación. Para existir un universo con tales elementos, el universo en expansión tenia que contener aun una cierta cantidad de calor. Este calor residual debía ser un cuerpo negro de 5 grados Kelvin.
En 1964-65, Penzias y Wilson descubrieron lo que hoy llamamos radiación de 3K, lo que representó la increíble confirmación de aquello que Gamov había sospechado. Yo escuché esto cuando era todavía estudiante. Sólo 2 años después tuve ocasión de escuchar una conferencia y leer un artículo de Hook, en el que se decía que el problema de todo modelo realista que tenga el modelo de actividad como base, tiene un problema específico: no puede crear galaxias de modo directo e inmediato.
Uno de los problemas es el de la radiación reliquia: si ahora aparece a 3K y volvemos a una época en el que el universo fuera mil veces mas pequeño, sería entonces mil veces más caliente que ahora, o al menos tendría el mismo calor del sol. Si damos aún un paso más atrás todavía, podría ser mil o millones de veces más caliente que el sol. Podemos imaginar lo que ocurriría en esta sala si se fuera atrás en el tiempo, cuando el universo era más caliente que el sol: todos nos transformaríamos en vapor, en gas, inmediatamente, los electrones serían arrancados del átomo y la presión pesadísima de la luz se difundiría en todo el universo.
Así que si consideramos ahora una galaxia en el universo, pero en el inicio de su historia, se reduciría rápidamente a jirones. La cuestión que me pongo es la siguiente: ¿Cómo es posible que las semillas que después serían galaxias, hayan sobrevivido esta terrible situación inicial? Los colegas se rieron de mí al escuchar esto, dijeron que los cosmólogos no sabían nada de cómo ha nacido el universo, pero yo pensé: esto es una gran oportunidad, porque las galaxias efectivamente existen y es evidente que esta radiación 3K tiene algo que ver con ella. Así que, o no es de naturaleza primordial, o si lo es, puede decirnos algo acerca del origen del universo. Entonces, ¿cómo es posible que existan las galaxias, que hayan nacido las galaxias aun conteniendo aún este elemento primordial?
Hace 30 años, la señal que esperábamos encontrar era muy pequeña, de un milésimo de grado Kelvin, ya que el fondo cósmico de microondas aparece sólo a 3K. La temperatura de la tierra era de 300 K y los receptores de microondas tenían un ruido de fondo de unos 3,600K, así que buscábamos una señal verdaderamente muy pequeña. Hemos pasado muchos años hasta desarrollar la tecnología para poder confrontar con señales similares para garantizar una estabilidad y poder así descartar otras posibles señales. Esto es una cuestión difícil, porque la señal y el ruido de fondo son de orden uno a uno.
Así que lo primero que desarrollamos fue el radiómetro de microondas diferencial: en lugar de medir partes por millón de estas señales en puntos arbitrarios, hemos previsto dos antenas, pasando rápidamente de una a otra. Así obtenemos un radioreceptor normal, buscando sólo una simple modificación del output. En la práctica sencillamente es necesario alcanzar la perfección. Esto es lo que hemos obtenido a una longitud de onda de unos 0.5 cm. El dispositivo se coloca en un plano, una mesa rotatoria, porque las dos antenas no son necesariamente idénticas y pueden orientarse a diferentes zonas del cielo e intercambiarse para asegurarse de cuál es el origen de la señal. Esto se puede hacer sobre un avión y medir así a gran altura, como es el caso del avión UDE que se usaba en la ruta de Turquía a Escandinavia; uno de estos aviones cayó en la ex unión soviética y lo perdimos, pues seguíamos los experimentos desde California. El resto del aparato sirve para observar el suelo de la tierra.
Después de una serie de vuelos conseguimos diseñar un mapa del cielo y así hemos revelado la llamada anisotropía del dipolo: la zona más caliente, que se observa como roja, lo es 1000 veces más que la otra, y se enfría al avecinarse a la zona que en el mapa se representa con color gris. La zona más caliente está a unos 3000K. Para nosotros, esto era debido a  la presencia del movimiento del receptor respecto a la radiación de 3K. Retuvimos entonces que Galileo tenía razón, lo sostenemos hasta ahora: “y sin embargo se mueve”.
La tierra vemos entonces que gira alrededor del sol a 30 kilómetros por segundo, el sol gira alrededor de la galaxia a 200 kilómetros por segundo, y nuestra galaxia coórbita con Andrómeda en el grupo local; verificamos además que lo hacen en una dirección precisa, la opuesta a la que habríamos previsto observando la rotación de las galaxias. Una galaxia que se mueve en el grupo de galaxias en esta dirección. Nos preguntamos ¿cuál puede ser la causa de todo esto? Hemos visto otro amasijo de galaxias, y esto ya era suficiente: tuvimos que inventar la teoría que llamamos “la gran atracción”. Siempre tomamos en consideración un grupo de 20 galaxias que quitamos del cielo sin destruirlas. Entonces necesitamos algo muy grande y remoto: ¿hay muchos grandes atractores, como hemos definido? Entonces no lo sabíamos, ahora sí: “Y sin embargo, se mueve”. Así que entonces decidimos que era hora de hacer un nuevo experimento, y para obtener  un mapa más preciso hacía falta ir a una altura mayor, y por eso diseñamos un globo y un receptor enfriado con helio líquido. Por conveniencia entonces sólo utilizamos una antena que podía inclinarse ±45º y desplazando el espejo habría sido posible recibir un rayo de luz proveniente de la línea interceptada. Se observa en el dispositivo el contenedor del helio líquido, la antena también enfriada, el espejo que parece un gran ventilador luminoso como la pantalla. Tiene también un pequeño instrumento de calibración, que permitía verificar que todo funcionara perfectamente. Mientras efectuábamos este experimento, en Princeton construían algo similar, utilizando otra solución para controlar la dirección de llegada de la radiación a la antena. Utilizaban instrumentos musicales, cuernos, mientras que nosotros los usábamos trasplantados. Ellos tenían una construcción más simple, fueron a una tiende de instrumentos musicales y compraron las trompas y quitaron la parte sin campana. Tras lanzar tres globos hemos conseguido este mapa del cielo: se observa el dipolo, con la zona más fría y más caliente. ¿Por qué hay este vacío de datos?  Mandamos dos globos al hemisferio septentrional, y sólo uno fue enviado desde Brasil, desde el hemisferio meridional, pero se perdió en la jungla. Mucho después se recuperó, pues había quedado entre las hojas de palmeras, pero quien lo encontró lo había vendido a trozos en el mercado local, pues pensó que era un ovni. El que lo adquirió se dio cuenta que era nuestro y nos lo devolvió, aunque algo malparado. Pero fue suficiente para proporcionar algunos datos con los que completar los datos, y gracias al receptor congelado pudimos valorar el dipolo, inferior a 1 parte en 10000. Esto nos puso en crisis porque pensábamos que el universo tenía unos 10 mil millones  de años de edad. Con estas fluctuaciones de sólo 1 parte en 10000, ese no es tiempo suficiente para que la gravedad se condense en galaxias.
Así que aquí muestro otra fotografía en la que medíamos las medidas de anisotropía para tratar de entender si de verdad aquella era la primera luz. Estamos en el White Montain, con el grupo de Milán con Giorgio Sironi, el de de Bolonia, y el mío de Berkeley. Creo que esta foto la hizo Marco, así que no está. Hemos empezado a hacer una serie de relevos y no nos hemos dejado atemorizar, como veis hemos ido  hasta el polo sur, ahí está Marco. En el verdadero punto del polo sur, no en el ceremonial. No fue suficiente ir al polo sur, nos desplazamos un kilómetro y construimos nuestra base, porque en el polo sur había mucho ruido, hay demasiado tráfico. Llevamos nuestro helio líquido porque allí no hacía frío suficiente. Aquí está el helio, excavamos una pequeña fosa para poder observar lo que ocurría aun cuando hubiera fuerte viento. Estuvimos allí en navidad, así que tuvimos que ingeniárnoslas para organizar una figura en la nieve que hicimos para mandar un regalo a nuestras familias. Tenéis que entender que allí la temperatura de la nieve es de -40C.
Mientras sucedía todo esto también trabajábamos en el satélite COBE para individuar el fondo cósmico de microondas, y este es el experimento que hemos utilizado para medir el espectro. Se observa en el aparato el famoso cuerno con una especie de gorro, y lo que hemos llamado “simulador del universo”. Se trata de un dispositivo muy oscuro que se utiliza para simular la temperatura del universo. Se utilizaron los mismos trucos de los otros experimentos, y si se utilizan las mismas temperaturas anteriores de referencia, se observan pequeñísimas desviaciones, las medidas parecen ser muy precisas. En la gráfica podemos ver unas medidas del espectro de la primerísima luz: la medida utilizada por el FIRAS a bordo del COBE, las medidas en el White Montain y en la Antártida, las primeras medidas de Penzias y Wilson, y las obtenidas por los dos globos lanzados y las de varias moléculas. También constan los resultados de un experimento, llamado COBRA, realizado por la universidad de British Columbia seis meses después de darse a conocer los primeros resultados del COBE. Estamos al inicio de los años 90, y estamos en plena actividad.
La curva obtenida se refiere a la previsión de un cuerpo oscuro de unos 2,7 K, que cuadra muy bien con nuestros datos. Por tanto conocíamos la radiación, sabíamos que es esta radiación primordial que emanó del Big Bang, pero ¿cómo se han formado las galaxias a partir de todo esto? Sabemos que se han formado las galaxias porque hoy las vemos, este es uno de los misterios por el que se diseño el COBE, en los años 70. En él se hicieron tres experimentos: uno, para medir el espectro de la radiación primordial, otro para ver la luz de las estrellas de las galaxias de primera generación, y otro para hacer un mapa del universo primordial. Aquí está el mapa del cosmos obtenido con el experimento del fondo difuso de infrarrojo, para individuar la primera luz de las primeras estrellas. Vemos nuestra galaxia en disco, que muestra la luz de las estrellas en primer plano y en el centro, el centro galáctico. Puede verse en la imagen la forma clara de nuestra galaxia. En los años más recientes se ha hecho una prospección del cielo para valorar todas las estrellas. El plano galáctico muestra el llamado polvo marrón, nubes más o menos grandes; en la imagen hay más de quinientos millones de estrellas. Pero podemos alisar este mapa y extraerla con el mapa obtenido con el sistema DIRVE, y  veremos la luz residual, la luz emergida de las primeras estrellas y galaxias. La mitad es del espectro visible que proviene de las estrellas, y casi la mitad viene del infrarrojo lejano, que es absorbida por el polvo de las moléculas y nuevamente irradiada. Así podemos entender cuánta materia primordial es quemada en las galaxias para crear los elementos conocidos. Así que COBE fue concebido en 1976 por seis personas y con tres instrumentos: prácticamente una persona se ocupaba de cada instrumento. En 1985 se unieron 12 personas más; después se unieron otras más. Una foto de los años 80, en la que están muchos de los que estuvieron en la ceremonia de concesión del Premio Nobel. Muchos técnicos e ingenieros han contribuido además a este proyecto: cerca de 1200 personas. É aquí algunas de las personas que nos ayudaron en el trabajo de mapeo. Y una foto del COBE la última vez que lo he visto, fue puesto en órbita en California. Era prácticamente mi misión la de ir al centro, animarles, estimularles y por supuesto verificar que todo estaba bien y funcionaba. Se ve el portal, instrumentos DMR para el mapeo, y puesto que debe ser enviado en órbita sin golpear los satélites cercanos en órbitas contiguas, tiene una especie de cubierta en vuelo.
Se muestran tres de los cuatro mapas que hemos completado. La primera imagen revela un aspecto uniforme, y muestra el dipolo que está en el eje galáctico, nosotros vivimos en un brazo con forma de espiral, y por tanto si miramos a 90º a la izquierda del punto central veremos este brazo, y en la dirección opuesta a 90º vemos el brazo opuesto. Así que si quitamos el movimiento y mejoramos la escala en un factor de 100, la señal de la galaxia resulta saturada. Separándonos del plano de la galaxia, hay regiones azules y regiones amarillas y rojas mezcladas. Deducimos que provienen de zonas más allá de la galaxia y de otras galaxias, y del universo primordial.
La historia de la medida del fondo cósmico muestra un cielo uniforme que podrían haber medido Penzias y Wilson. La imagen obtenida del COBE con esas zonas rojas y azules, y la un satélite de segunda generación. En breve esperamos obtener un mapa más perfeccionado, cuyos datos nos los proporcionará el satélite Planck. La segunda generación mejoró la resolución, y Planck tendrá una resolución disponible para cada frecuencia, y así tendremos información relativa a la polarización. Así que entramos en época de grandes descubrimientos. Estos son los datos obtenidos por el COBE en cuatro años, y también los del WMAP en un trabajo de tres años. Se observa la imagen de la tierra gracias a la resolución del  satélite COBE, y la obtenida con la mayor resolución disponible por el WMAP. Nutrimos grandes esperanzas para el futuro, y al mismo tiempo estaremos sostenidos por las nuevas tecnologías por las que hemos sido conducidos en el estudio de las galaxias en esta escala. En el retículo que vemos, el telescopio apunta en una cierta dirección, lanza una serie de imágenes, y como la tierra rota es así posible observar un amplio ventanal. Hay también zonas que no podemos ver.
Os muestro un filmado del 2DF, donde vemos el movimiento de la luz, mostrando las galaxias tal como son, con sus colores. Así que no sólo vemos algunas imágenes, sino también imágenes tridimensionales de las galaxias. Y son muchísimas, en una distribución no uniforme, parece que sea el resultado de un lanzamiento de flecha. Tienen forma de un retículo cósmico. Es una pena que haya algún gap de datos no disponibles. Es difícil individuar galaxias muy distantes y por eso hemos hacer hipótesis acerca del aspecto real. A una escala enorme, el cielo parece uniforme, como si fuera una alfombra, pero al acercarnos comenzamos a ver estructuras hasta percibir amasijos de galaxias. Y tomamos también en consideración el hecho de que contiene más materia oscura que ordinaria. Podemos ver un vuelo a través de la simulación del universo, que contiene también la materia oscura iluminada para que pueda verse. Pensamos que el universo, en el día de hoy, es así: pequeños y grandes amasijos de materia, como una red. Cuando todas estas cuerdas se combinan, tenemos un gigantesco amasijo de galaxias. Por tanto: miramos al cielo, vemos una imagen de las galaxias, y parece que estamos viendo la luz de las ciudades al observar la tierra de lejos.
Quiero mostraros cómo hacer una simulación tal, comenzando por una imagen obtenida de esta radiación primordial, haciendo que en el tiempo se desarrollen las pequeñas fluctuaciones hasta constituir esta red, esta tela de araña. Así se ve rápidamente cómo comienza a formarse esta tela de araña, que todavía evoluciona hasta nuestros días. Una cifra muestra la dimensión del universo, este es el resultado de nuestra simulación. Una de las cosas que hacemos es eliminar el factor de expansión del universo, porque este cubo aumentaría en realidad continuamente de dimensión. Así que pensamos haber comprendido por fin cómo se han formado las galaxias: han sucedido estas pequeñas fluctuaciones al principio, está también el efecto de la materia oscura, y ha sido suficiente esperar unos 14 mil millones  de años para formarse nuestro actual universo
Otra imagen: algo ha hecho escapar el proceso del nacimiento del universo, en lo que llamamos el modelo infraccionario, en el que hay un universo inicial que se acelera muy rápidamente para que el universo sea cada vez más grande, más liso, más plano; pero no pueden evitarse algunas fluctuaciones cuánticas. Pocas fluctuaciones han sido suficientes para crear algunos cientos de miles de millones de galaxias. Después el universo ha comenzado a expandirse y a enfriarse, se ha ralentizado ligeramente por el efecto de la gravedad, tenemos así la primera generación de estrellas que se formaron, después se han fundido las estrellas con las galaxias, hasta formar la estructura galáctica que conocemos hoy.
No hace mucho, sucede algo increíble: el universo ha comenzado a expandirse con mayor velocidad, la velocidad de expansión está aumentando, y por eso hablamos de   14 mil millones de años y no de los 10 mil millones de los que se hablaba antes: hemos añadido cuatro. Así que nos hemos divertido, nos hemos convencido de que la teoría del Big Bang es exacta, y esto ha permitido además la concesión del Premio Nobel. He tenido así el honor de cenar con princesas, en una cena muy agradable, y tenemos por supuesto este misterio sobre el que todavía debemos trabajar. No se ha agotado nuestro trabajo, queremos seguir estudiando el universo, pues tenemos una serie de preguntas muy interesantes y emocionantes.
Gracias.

Marco Bersanelli:
Agradezco muchísimo a George, por habernos conducido en esta mirada por todo el  universo. Impresiona darse cuenta de cómo nosotros, siendo un punto infinitésimo en esta grandeza del universo, tenemos esta paradójica capacidad de conocer la realidad, porque nada nos es extraño: a distintos niveles lo podemos entender usando distintos métodos que la razón usa para relacionarse con la realidad. Como decía Einstein, la cosa más incomprensible del universo es el hecho de que el universo sea comprensible. Es un gran don, obtenido gratuitamente, el poder mirar, admirar, la realidad en su totalidad hasta esta profundidad. Agradezco a George por habernos ofrecido esta visual sobre la belleza y grandeza del universo.