El relato de las experiencias presentadas y el clima de la jornada han hablado de una realidad viva, libre, que crece no siguiendo un esquema sino desarrollando las intuiciones, realizaciones y riesgos nacidos de la creatividad de personas deseosas de descubrir cada día la posibilidad de una mirada apasionada, curiosa y agradecida; una mirada sobre la totalidad, y por tanto también sobre los aspectos de la realidad que caen dentro del ámbito científico.
No es por casualidad que el hilo conductor de la jornada haya sido la palabra “descubrimiento”. No en la versión sensacionalista típica de tanta divulgación barata, sino siguiendo la modalidad reclamada por Paola Platania, astrofísica de Milán, que lo ha visto en acción en los niños de primaria y de guardería cuando ha ido a sus clases a hablarles de las estrellas, de la Tierra, de la atmósfera… “Ellos captan inmediatamente los fenómenos naturales como acontecimientos que se imponen y que superan todas nuestras expectativas: para ellos es inmediato vivir de forma unida conocimiento y amor. Es por esto por lo que hacen continuos descubrimientos.
Pero así nos ayudan a nosotros a descubrir esa misma sobreabundancia en nuestra actividad como investigadores”.
Una actitud que es fuente de apertura, de capacidad de afrontar los problemas sin filtros y con los ojos bien abiertos y dispuestos a registrar cualquier indicio. Así, ha resultado natural para quien ha participado en la exposición sobre Galileo del Meeting de 2009, darse cuenta de que no se trataba sólo de habilidad comunicativa, es decir, de una serie de contenidos que ya se poseían y que sólo hacía falta expresar del mejor modo posible. Ha sido más bien la ocasión de “ensanchar la mirada”, para comprobar que de todos los temas es posible “hacer que emerjan preguntas interesantes”.
Con la consecuencia, como en el caso de Andrea Borghese, recién licenciado en Física, de redescubrir el propio objeto de estudio específico más rico, como parte de un horizonte mucho más amplio, y de encontrarse “pidiendo más a lo que se estudia” en términos de fascinación y significado. O como para Marco Beghi, docente de Física en la Politécnica, al principio reacio a ocuparse del incómodo “caso Galileo” para después estar dispuesto a aceptar el desafío de mirar a la cara el problema y, finalmente, llegar a comenzar el curso académico contando a los estudiantes lo que ha aprendido trabajando en la exposición.
El rasgo distintivo de Euresis se puso de manifiesto en la pluralidad de las contribuciones: desde el difícil mundo del trabajo, a la presencia en España y Estados Unidos, o a una iniciativa que vincula una escuela de Brianza con el corazón de África a través de un proyecto de instalación de paneles solares que llevará la exposición de Euresis sobre la Vía Láctea a Uganda, Tanzania, Kenia, Etiopía y Nigeria; hasta la participación de los “top” de la investigación a nivel mundial, cuyos exponentes son convocados por Euresis en los Simposios anuales que tienen lugar en San Marino.
«Nuestra originalidad – dice Marco Bersanelli, presiente del Comité Científico de Euresis – está en el ofrecer un ámbito de amistad y de trabajo en el que recuperar continuamente una mirada unitaria, un acercamiento a la ciencia que no se reduce a la exaltación exasperada de lo específico pero que tampoco persigue el mito de una interdisciplinariedad vista como búsqueda forzosa de conexiones.
Unidad que deriva de un yo unido por el encuentro con un Tú y, por eso, capacitado para acoger y amar cada particular».
Según la observación que Carlo Camnasio recuerda haber escuchado de don Giussani en uno de los primeros encuentros con la incipiente asociación en 1984: «Lo que vale en la vida no es sobre todo aquello que clarifica sino aquello que moviliza». Y aquí se ha visto cómo, en estos 25 años, muchos se han movido y están más que nunca en movimiento.